—De todas formas tengo que ver a su familia.
—Sólo tiene un hermano, te avisaré cuando llegue. Liberty, si me permites, tengo que ocuparme de los líos de mi familia.
Liberty entendió y entonces Chloe colgó.
—¡Suéltame, déjame ver a mamá, suéltame!
Giselle se despertó y se puso la ropa, pero sus dos cuñadas la arrastraron escaleras abajo.
La otra cuñada la siguió con alguna ropa en mano.
Ninguno de sus tres hermanos se atrevía a hablar, mirando a su padre.
Enrique, con cara pálida, estaba paralizado sin fuerzas para levantarse. Sus hijos le ayudaron a arreglarse la ropa, pero él seguía sintiéndose desnudo ante ellos.
Su mente se quedó en blanco, preguntándose cómo había sucedido tal cosa.
Al ver cómo se llevaban a rastras a Giselle, Enrique mostró una mirada de miedo pero no pudo decir ni una palabra.
Sabía claramente lo despiadada que era Sandra.
Sandra no le dejaría en paz, ni a él ni a toda la familia Zafón.
Quizá no le querría muerto, pero sin duda le haría sufrir tanto.
—Papá.
A Ri