Marta parecía muy decepcionada, pero pronto volvió a ser feliz.
Le dijo a su hija: —Quiana, Alejandro sigue soltero, ¿verdad? No importa si él pueda unirse a nuestro club para aprender boxeo, seguís amigos. Puedes interactuar con él y tal vez desarrollar una relación en el futuro.
Quiana respondió impotente: —Mamá, Alejandro es el presidente de una empresa. Cualquier auto que conduzca es un auto de lujo multimillonario. Hay una gran brecha entre él y yo. Además, no quiero casarme con un hombre rico.
—También es mucho mayor que yo. Tiene treinta y cuatro años, diez años más que yo. Puedo llamarlo tío.
Al escuchar esto, Marta la interrumpió: —Llamarlo tío es demasiado rudo. Sería mejor llamarlo hermano. Tu hermano mayor tiene ocho años más que tú, y la diferencia entre ocho y diez años no es tan grande.
—Además, luce bien. Parece tener poco más de veinte años, mucho más joven que tu hermano mayor.
Quiana dijo con voz divertida: —Mamá, él solo quiere aprender boxeo. No digas más. Solo men