Luna vestía un traje recto hecho a mano, tenía rasgos hermosos y una figura alta. Había estado fingiendo ser un hombre durante muchos años e incluso se había hecho una nuez de Adán falsa. Nadie, excepto sus parientes más cercanos, sabía que era una mujer.
La familia Díaz también protegía muy bien a sus hijos y no permitiría que el mundo exterior conociera la información sobre sus hojos hasta que fuera mayor de edad.
Por eso, cuando Luna apareció en escena, se vistió con ropa de hombre y otros pensaron que Teresa Díaz había dado a luz a gemelos, por lo que la llamaron "señor Díaz".
Luna llevaba una gran cantidad de suplementos nutricionales en sus manos y los colocó en la mesita de noche. Al ver que la anciana era la única en la sala, preguntó gentilmente: —Abuela, ¿dónde está tu nieto?
—Acabo de despertar. No sé dónde está Kevin. Tal vez me vio dormida y salió de compras. Señor Díaz, siéntate.
Abuela May quería levantarse.
Pero Luna la sujetó rápidamente y le dijo: —Abuela, todavía no