Aria abrió la puerta principal y sus tacones resonaron contra el suelo de mármol. Apenas había dejado caer sus bolsas de compras cuando una voz goteaba con falsa dulzura desde la sala de estar.
"Bueno, bueno... mira quién finalmente decidió volver a casa", dijo Selene, hojeando perezosamente una revista de moda, con un plato de macarons a su lado. “Honestamente pensé que ya te habías mudado.”
Aria levantó una ceja, su tono era tranquilo pero agudo. "¿Yo? ¿Mudarme? En tus sueños, cariño". Ella soltó una risita sarcástica. "Esta es mi casa. Y no voy a ninguna parte. "
Selene sonrió, cruzando las piernas. "¿Oh, en serio? No tienes vergüenza, ¿verdad? Sigues forzando a mi hombre, causando problemas dondequiera que vayas. Pero déjame advertirte, Aria..." se inclinó hacia adelante, con los ojos brillando con malicia. "... será mejor que cuides tu espalda. No sabes lo que viene hacia ti ni cuándo te golpeará. Bruja. "
Por un segundo, el aire se quedó quieto. Entonces Aria dejó escapar una