Yo soy...
Romina caminaba al baño con un ojo abierto y el otro cerrado. ¿Quién en su atrevimiento despierta a una mujer embarazada de gemelos? Hasan Abadallah, definitivamente. Un hombre sin escrúpulos, porque no dejaba que su esposa durmiera un minuto más…
Después de terminar de quejarse y despertarse, cuando el agua fría cayó sobre su cuerpo: se dedicó en la siguiente hora a indagar más en el hotel, antes que llegara el momento de marcharse a la excursión junto a otros turistas.
—Supongo que ha venido a terminar el recorrido de anoche —dijo Asir y Romina asintió—. Y seguro quiere entrar a la tumba…
—¿Cómo adivinó? —respondió con ironía y una sonrisa.
—Soy adivino —replicó el moreno del mismo modo.
Romina giró sus ojos y no evitó sonreírle.
—Es un bufón el hombre. —Él era moreno, guapo, poseía una mirada encantadora y anatomía forzuda. Romina pensó, que si no fuera porque estaba casada, no lo dejaba pasar, Asir era claramente un hombre de esos que te dejan sin estabilidad. Su mirada pret