✧✧✧ La tarde de ese día, en la mansión de los señores Phillips. ✧✧✧ —¡Primero arruina mi fiesta maternal! —exclamó Abril, alterada, mientras se acomodaba en su sillón, sus manos sobre su prominente barriga de embarazo—. Después, echa a mi esposo de su fiesta de compromiso. Y como si no fuera suficiente, ¡me saca de su mansión como si fuera un animal, solo porque quería ayudarla con sus planes de boda! Una boda a la que, por cierto, NO me invitó, siendo yo su prima, su familia, su amiga… ¡Todo lo que tiene! Don Erik Sinclair la escuchaba con atención, asintiendo lentamente mientras sostenía una taza de café caliente. El aroma del café se mezclaba con el aire fresco de la tarde en el corredor trasero, creando un momento agridulce. —Hija mía, déjame eso a mí. Al final, esa mujer pagará por todo lo que te ha hecho —dijo con calma, su voz era un ancla en la tormenta de emociones de su hija. —¿Cómo, papá? ¡¿Cómo?! ¡Su marido es ese insoportable Franklin Robinson! Ojalá se hubiera m
El señor Robinson acercó a su hijo, se inclinó y lo cargó, sentándolo en su pierna sana. —Señor, no debería… —Cierra la boca —ordenó el CEO a su asistente. —Papitooo —lloraba el pequeño Freddy, aferrándose a su padre, quien en un instante correspondió el abrazo, dándole palmaditas en la espalda. —Estoy bien, no es nada. Me voy a recuperar, te lo prometo, ¿sí? —el niño asintió a las palabras de su padre, quien acarició su cabecita—. Así que deja de llorar. Tengo que ir a la habitación; no dormí bien en el hospital. —¿Tomo la siesta contigo, papito? Te contaré un cuento —sonrió Freddy entre lágrimas, mientras Franklin comenzaba a limpiarlas con sus manos. Emily observaba la escena, sintiendo cómo la presión y las dudas en su interior comenzaban a desvanecerse. Sonrió débilmente, su corazón se derritió de cariño ante tal momento. —Está bien. Puedes venir… Pero, ¿por qué no te adelantas y eliges un buen cuento? Tengo que hablar con Emily. El niño asintió. Jack lo bajó del regazo
>>> Emily Robinson: Salí del baño, vistiendo una pijama de seda roja que se ajustaba perfectamente a mi cuerpo. Los shorts y la blusa de tirantes resaltaban mis curvas mientras me sentaba en la cama, comenzando a secar mi cabello pelirrojo. La noche ya había caído, y la oscuridad se filtraba a través de las largas ventanas de nuestra habitación. Miré hacia atrás y vi a ese hombre que dormía profundamente, su respiración era tranquila y serena. Después de contarle un cuento, Freddy se acurrucó a su lado, y pronto ambos se quedaron dormidos. Solo media hora después, Patrick vino a llevarse al niño. La hora de la cena había pasado, y una preocupación se instaló en mi pecho al verlo aún dormido. ¿No debería haber cenado? Está recién operado y necesita fuerzas. Mi corazón latía con inquietud. No podía evitarlo. Decidí levantarme de la cama, tomé mi secadora de cabello inalámbrica y la encendí, esperando que el sonido suave lo despertara… Y funcionó. El leve ruido hizo que
>>> Emily Robinson: "Hermosa Emily…" Cuando me llama así, me pregunto si realmente me ve a mí o si está pensando en Isabella, esa otra mujer. M@ldita sea… No debería sentir celos, pero no puedo evitarlo. La mano de Franklin bajó hasta mi trasero, tocándome sin ningún tipo de vergüenza. Lo miraba fijamente, y él, con una mirada posesiva que me hacía sentir como si fuera suya, me observaba con una intensidad que aceleraba mi corazón. Fue en ese momento cuando su mano se deslizó dentro de mis shorts. ¡Me levanté de un salto! Me alejé de él de inmediato. Su expresión se tornó sombría. No estaba contento. Soltó un suspiro cargado de frustración y aburrimiento. —Ya son dos veces. Me has rechazado dos veces en menos de una hora, Emily. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿En serio pregunta eso? ¡Está recién operado! —No… No debería dormir en la misma cama. Tú fuiste operado, Fran, no quiero que te… —Está bien, lárgate —me interrumpió con brusquedad. Me quedé paralizada. ¿Era necesario que me
>>> Emily Robinson: ¡Ni siquiera yo misma lo podía creer!, decirle tales palabras, debí verme desesperada, ansiosa… Fácil… ¡Demonios!, pero… Mis manos continuaban soltando su camisa, lentamente, mis dedos temblaban un poco, mi concentración estaba totalmente puesta en él, o mejor dicho, en su pecho, mi hombre, mi esposo… Sentía su penetrante mirada en mí. —A este paso se hará de día, bella Emily~ —bromeó él, con un tono dulce que me sorprendió. Levanté mi mirada por un instante, y… ¿Para qué lo hice?, me sentí atrapada por la suya, por esos hermosos ojos grises. —No… Yo… Cállate —fruncí el ceño. Continúe, hasta que finalmente desabotoné su camisa. Metiendo mis manos, sentía su piel cálida bajo mis palmas, él tenía un leve aroma a vino—. No deberías tomar… No cuando no tienes ni una semana de operado y… —Emily, ¿vas a hablar de mi salud o vas a desvestirme?, estás haciendo que pierda la paciencia. —¡Eres exigente! —exclamé haciendo un puchero, ni siquiera lo pensé, cuan
✧✧✧ Dos días después. En la mansión del señor Robinson. ✧✧✧ Emily salía del baño, ya era la tercera vez en el día que había ido, debido a sus vómitos del embarazo. "El desayuno, realmente no me hizo nada bien…" Pensaba la mujer pelirroja haciendo un puchero mientras enjuagaba su boca en el lavamanos. Al salir de la habitación observó a una de las sirvientas caminando con una bandeja en la cual iba un hermoso y colorido vaso infantil de dragoncito verde. —Disculpa… —¿Si, señora Robinson? —se detuvo la sirvienta, viendo a Emily con una sonrisa. —¿Llevarás eso a Freddy? —Así es señora, una debida refrescante y algunos bocadillos para el joven Robinson, que ha estado jugando en el jardín trasero desde hace un rato. —Fran… Ejem… —se aclaró la garganta Emily—. ¿Mi marido está con él? —dijo, disfrutando más de llamarlo de ese modo, que por su nombre. La mujer asintió. —Sí. El señor Robinson le hacía compañía… ¿Gusta que le deje un mensaje? Emily recordó las palabras de
—Este es un regalo de parte de Isabella —dijo Jameson mientras colocaba la caja sobre la mesa de jardín. Franklin soltó una risa cruel, una risa que resonó en el aire. —¿Isabella? ¿No le enseñaste a tu mujer que no debe andar enviando regalos a hombres casados, con los que una vez tuvo algo? —su tono era mordaz, lleno de veneno. Jameson frunció el ceño, sintiendo cómo la ira comenzaba a crecer en su interior. —No seas tan cruel, Franklin. Ella se siente mal por todo lo que pasó en la boda. Franklin se inclinó hacia adelante, su mirada fija en Jameson, casi retadora. —Deja de consentirla tanto. No me interesa nada que venga de Isabella o de ti —dijo, mientras tomaba el obsequio y, con un movimiento brusco, lo lanzaba hacia Jameson. Paf~ Éste lo atrapó en el aire, su expresión era una mezcla de sorpresa y frustración. —No tienes que actuar así. Ella se preocupa por ti —respondió Jameson, intentando mantener la calma. —¿Y crees que eso me importa?, es muy tarde para
La luz de la tarde se filtraba por las cortinas de la habitación matrimonial de la mansión Robinson, creando un ambiente cálido pero tenso. Emily estaba sentada en la cama, su rostro pálido y sus ojos un tanto apagados. El médico, el Dr. Steven Tyler, revisaba su historial médico mientras ella intentaba contener las náuseas que la asaltaban. —Señora Robinson, creo que es importante que se cuide más en este segundo mes que iniciará —dijo el doctor, con voz suave pero firme—. Los síntomas son normales, pero debe prestar atención a su cuerpo. Descansar y mantenerse hidratada es clave. Emily asintió, aunque sus pensamientos estaban lejos. Su mente giraba en torno a Franklin, quien había prometido estar a su lado en ese momento. —No entiendo por qué no ha venido —murmuró, más para sí misma que para el médico—. Dijo que hablaríamos y planearíamos juntos. Jack, el asistente de Franklin, estaba de pie cerca, con una expresión de preocupación en su rostro. Intentó intervenir. —Él no