—Este es Jose, la situación es larga de explicar; entremos y hablemos dentro.
Ana miró la expresión de asombro en el rostro de Teresa, manteniendo una actitud calmada.
Teresa se quedó atónita un momento, observando cuidadosamente el rostro del niño durante un rato. A simple vista, estaba claro que este niño tenía algún vínculo con Ana.
Pero ella solo tenía una hija, Ana, por lo que no podría ser el hijo de otra persona. La única posibilidad era que fuera aquel niño que, según se dijo, había muerto al nacer.
¿Pero qué estaba pasando realmente?
Teresa tenía la cabeza llena de preguntas, pero reaccionó rápidamente, haciendo espacio para que ambos entraran.
Ana acarició la cabeza de Jose y comenzó a presentarle a Teresa.
—Esta es mi madre; por generación, deberías llamarla abuela.
Jose escuchó, pero solo miró a Teresa y no la llamó. Respecto a esta mujer desconocida, necesitaba observarla un poco más.
Teresa no insistió, viendo el aspecto demacrado del niño, imaginó que debía haber sufrido