Ana observaba a Javier tan comprensivo, llevando a Jose a jugar sin necesidad de ser recordado, un suspiro de alivio se escapó de su corazón.
Ana había estado un poco preocupada inicialmente, pensando que tener un niño extra en casa, distrayendo la atención de los adultos, podría molestar a Javier. Pero mirando ahora, se dio cuenta de que había estado preocupándose innecesariamente.
—Javier, cuida bien a Jose y juega con él. Cuando la cena esté lista, iré a llamarlos —le aseguró Ana con una sonrisa.
Javier y Jose eran de la misma edad, con intereses similares. Esto podría hacer que Jose se sintiera más cómodo y ayudaría a disipar la incomodidad de estar en un lugar extraño.
—No te preocupes, mamá, déjamelo a mí —Javier palmeó su pecho, llevando a Jose a su habitación.
...
Viendo que los dos pequeños se llevaban bien, una expresión de satisfacción cruzó el rostro de Teresa. Cuando Javier y Jose regresaron a su habitación, finalmente dirigió su mirada hacia Ana.
—Ana, ahora puedes decirm