Después de acordar los detalles, Lucas reservó de inmediato los boletos para el vuelo más temprano del día siguiente.
Lucas se secó el cabello, devolvió la toalla al baño y luego se agachó frente a Jose, diciendo:
—Gracias, Jose. Si no me lo hubieras recordado, podría haberme resfriado.
Dicho esto, Lucas extendió la mano y acarició la cabeza del pequeño. Jose miró a Lucas y respondió con voz suave:
—No es nada.
Lucas sonrió y retiró la mano, aplicando un poco de fuerza con los dedos, arrancando accidentalmente algunos cabellos de la cabeza de Jose.
Jose no se percató, y Lucas, poniéndose de pie, dijo:
—Volveré a mi habitación; ustedes descansen bien aquí. Si pasa algo, llámenme de inmediato.
Dicho esto, Lucas se levantó y se fue.
Ana lo miró salir y, después de un momento, dirigió su mirada hacia Jose.
—Entonces, te contaré una historia para dormir, y luego nos iremos a dormir, ¿de acuerdo? Deberíamos levantarnos temprano mañana para tomar el avión.
—¿Avión?
Jose ladeó la cabeza; siend