Ana seguía preocupada tras el interrogatorio al que acababa de ser sometida. Había tenido suerte de salirse con la suya esta vez, pero podría no tener tanta suerte si volvía a ocurrir en el futuro.
Tampoco quería quedarse con el miedo en la familia Hernández, lo más crucial ahora era conseguir suficiente dinero rápidamente para ser capaz de sacar a su madre de la ciudad.
—Pues, Ana, la empresa está teniendo problemas de liquidez, y yo no tengo mucho dinero... —En cuanto Pablo se enteró de que ella quería dinero, enseguida empezó a ganarse su simpatía.
Ana le conocía bastante bien y le interrumpió con frialdad:
—Entonces piénsalo, ¿cuál sería óptimo, los beneficios que puedo aportar yo llevándome bien con la familia Hernández, o los de comprar artículos de lujo para Olga y su madre?
Al oírla, Pablo también dudó. Desde que Ana se había casado, la familia Hernández también había apoyado mucho a la familia López y ya había invertido en sus varios proyectos. Si Ana caía en desgracia, s