Capítulo 1489
—Entonces, ¿lo admites?

Las palabras imprudentes de Lantit hicieron que Lucío mostrara una expresión de decepción, y Lantit tampoco se sentía diferente; su corazón se había enfriado.

—¿Qué importa si lo admito o no? De todos modos, ya me has condenado. Entonces, ¿qué quieres hacer? ¿Quieres que vaya a prisión y me disculpe con tu amada Ana?

—De cualquier manera, al menos debes pedirle disculpas. Si ella te perdona, tal vez aún puedas...

—No hace falta, pedirle disculpas es algo que nunca haré en esta vida. Ya que no confías en mí, no hay razón para que me quede aquí y siga siendo odiada. Me iré de inmediato y empacaré mis cosas.

Lantit, conteniendo las lágrimas, dejó esas palabras decisivamente y se dio la vuelta para irse.

Anteriormente, por Lucío, había venido sola a esta extraña ciudad. No tenía miedo, porque él estaba allí, la persona que más amaba.

Pero ahora, comprendió que este lugar no era su hogar, nadie la ayudaría si era maltratada, y Lucío nunca la había tomado en serio.

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