Cuando el auto se detuvo frente al hospital, Lucas se percató que era el mismo hospital al cual habían llevado a Luella anteriormente. Una rigidez momentánea marcó su apuesto rostro.
Sin embargo, se dijo a sí mismo que quizás Ana había traído a su madre a este hospital, y que no necesariamente mantenía contacto con Luella.
Pero, cuando vio con sus propios ojos a Ana y Luella abrazados, sus ilusiones se desmoronaron completamente.
Lucas pateó la puerta con tal fuerza que el estruendo asustó a Ana de golpe.
Ana, completamente desprevenida ante la aparición repentina de Lucas, se estremeció. Se dio cuenta que su posición con Luella parecía tan íntima que podía dar lugar a malentendidos. Inmediatamente lo apartó y se puso de pie.
—¿Cómo es que estás aquí?
Una vez que Ana se estabilizó, miró a Lucas con un ligero fruncimiento de ceño.
Lucas, enojado pero riendo irónicamente, habló con una voz que no podía ocultar su frialdad.
—¿Acaso no puedo venir? Pensé que estarías preocupada y triste