Hugo se mostró muy tranquilo. Al escuchar el tono acusatorio de Ana, no se enfadó; al contrario, habló con cierta indiferencia:
—Al escuchar sobre la situación de tu madre, reconozco que, en parte, es nuestra responsabilidad. Así que, llévala y asegúrate de que reciba un tratamiento más meticuloso.
—Deja de fingir compasión, sé que no tienes buenos sentimientos. Exijo que devuelvas a mi madre, o de lo contrario...
—¿O de lo contrario qué?
Hugo parecía estar esperando precisamente esa pregunta. Ana se quedó sin palabras.
¿Qué podría hacer, después de todo? Si Hugo estaba detrás de todo esto, su conocimiento no cambiaría nada. Podrían esconder a su madre en un lugar donde nadie pudiera encontrarla.
Incluso podrían usar a su madre como rehén para presionarla.
—¿Qué es lo que realmente quieres?
Ana solo pudo contener el fuego en su corazón, forzándose a mantener la calma.
—Admite que todo este asunto ha sido un malentendido y resuélvelo. Devolveré a tu madre sana y salva.
—¿Y si no quier