111. Que se haga rutina

Nuria

Aún jadeando, mantuvo su cuerpo pegado al mío durante un largo rato, como si aquel momento fuera más que deseo.

Como si fuera hogar.

El sonido del agua se mezclaba con el silencio entre nosotros, y finalmente, se apartó lo justo para mirarme a los ojos.

Con delicadeza, deslizó sus manos por mi espalda, hasta la curva de mi cintura, y me puso de pie. Pero en cuanto mis pies tocaron el suelo mojado de la ducha, mis piernas flaquearon.

"Oh, no", susurró con una sonrisa de medio lado. "No vas a desmoronarte así, ¿verdad?"

"Quizás...", murmuré, riendo débilmente. "Es que... me dejaste agotada."

Él rió roncamente, pasando el brazo alrededor de mi cintura para sostenerme.

"Sí, me di cuenta. Y aún así… estás preciosa."

"Estoy hecha un caos."

"Sí. Un caos irresistible."

Con una paciencia que solo él podía tener conmigo, Stefanos tomó el jabón líquido y lo esparció en sus manos. Y entonces comenzó a lavarme. Despacio.

Pasó por mi espalda, subió por mis hombros, rodeó mis brazos y masajeó
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