Agustín llama por teléfono a Marina.
— Hola Marina estás ocupada, puedes hablar — pregunta él.
— Si unos minutos sí, porque tengo una paciente que está por dar a luz, así que sé breve — responde Marina y mira su reloj.
— Tengo una novedad que contarte sobre tu paciente y nuestro amigo Germán — dice Agustín.
— Si Marina pregúntale porque hoy lo golpearon y tiene un ojo negro y el labio partido y si no estoy yo, termina en terapia — dice su padre burlándose de él.
— ¿Qué pasó? me contas o dame mejor con papá, así me cuenta él — dice Marina sonriendo imaginando a su hermano y la golpiza que recibió.
— No te burles — dice Agustín, ni se para que te llamo chau y le dice y ella le grita.
— Bueno, está bien, ya no me río más, ahora cuéntame le pide ella.
Germán tiene una hermana y adivina quién es — dice Agustín.
— Yo no estoy para adivinanzas Agustín, me decís que es lo que estás diciendo, porque no te entiendo y me haces perder el tiempo con pavadas — dice ella y cuando está por cortar escu