“Hace milenios, cuando Dolnelgaus sacrificó su existencia para permitir la vida en el mundo, un regalo mágico quedó impregnado en las aguas. Durante la primera Luna Eterna, cuando la oscuridad cubrió el mundo. Un fragmento de dios se transformó en un pez…”
Fragmento de:
Canticos del Viento y el Ocaso.
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Los cantos del viento podían llegar incluso hasta el ocaso, en medio de ese trayecto llegaron a los oídos de cierto noble que debía heredar el título de Duque en su ciudad. Hakon Snolned, el joven humano de cabello rubio ceniza y ojos grises escuchó el sonido del viento, este entraba por la puerta abierta de la casa y no pudo resistirse así que salió.
Su paso era lento y su mano con uñas celeste se apoyaba con fuerza en el bastón de madera para poder caminar. –¿A dónde vas? –le preguntó el Elfo Invernal. Este estaba sentado en la mesa al lado de la fogata, terminaba de lavar y secar lo que habían usado para almorzar así que ni volteó a mirarlo. Tampoco hacía falta con el son