204. DISPARARLE A UN TRAIDOR
NARRADORA
1 HORA ANTES DEL ENFRENTAMIENTO EN EL CONCILIO.
Nathan miraba por los binoculares náuticos hacia la enorme barrera que cercaba el embarcadero del Concilio.
Sus manos apretadas con fuerza sobre el plástico.
—¡Maldición! —masculló enojado.
Se debatía entre llamar a Henry o esperar, pero ya la luz del día lo delataba por completo.
Vio incluso a lo lejos unas lanchas de patrullas del Concilio haciendo sus rondas.
Cuando ya se disponía a realizar una locura, vio la señal en lo alto de una torre de vigilancia.
El corazón de Nathan latió apresurado contra su pecho.
Se cercioró de que las luces parpadearan según el código que se inventaron él y Henry.
—Dos… una… tres y… ¡una! ¡Eso es! —palmeó con fuerza el timón. ¡El hombre de Henry lo había logrado!
—Chicos, bájense en el bote, iré solo —les dijo a los guerreros de su tía y, a pesar de sus protestas, Nathan los despidió.
Fuera lo que fuera, no metería a estos hombres inocentes dentro de esa fortaleza.
Siempre existía la posibilidad