Narrador omnisciente.
Verónica veía a Taylor y a Henry cabalgar juntos en la hacienda, estaba odiando con fuerza a esa maldita rubia que estaba atrapando a su hombre soñado.
No dejaba de repetirse lo estúpida que era porque había tenido demasiado tiempo para enamorarlo o almenos hacer que se fijará en ella pero no pudo lograrlo, más bien nunca lo había intentado por vergüenza.
Ver como esa le sonreía y le coqueteaba la hacía querer tomarla del cabello, ese hombre era suyo y ella no tenia porque quitárselo.
Ver como Henry le tomaba la cintura, le hablaba al oído y reía la hacía querer lo mismo, era lo que siempre había anhelado, había anhelado a ese hombre desde que había llegado a vivir y a encargarse de la hacienda.
Quería hacer lo que fuera para separarlos y que el estuviera con ella, se lo habían ganado y se ve tan feliz que aún si hiciera e inventar cualquier cosa como a las otras no iba a dejarla con un chasquido de dedos.
Todo se le había escapado de las manos pero intentaría i