CAPÍTULO 43
Fabiano murmuró mientras se limpiaba el rostro y una voz risueña lo hizo levantar la mirada.

—¿Sumisa? Joven huya lejos, que aún está a tiempo. Ja, ja, ja —le dijo Albert poniendo una mano en el hombro de Fabiano. El joven lo miró a los ojos antes de soltar una carcajada cada uno.

—¡Idiotas! —les dijo Milena, levantándose molesta y caminando hacia la habitación de los pequeños.

Fabiano fijó su mirada en la espalda de la joven que iba a paso apresurado.

—Me encanta esa pequeña, Albert. Ella será mi esposa.

—Ja, ja, ja. Debe ser muy paciente, joven. Ella es una chiquilla todavía. La señora Melissa se enojará si se entera.

—Sí, ya Vicent, me lo advirtió e incluso van a mandarla a un internado la siguiente semana.

—Eso será lo mejor para ustedes. El tiempo dirá si su destino es estar juntos.

—El tiempo solo debe encargarse de apurarse, lo demás debe dejarlo en mis manos. —le dijo Fabiano a Alfred, mientras mordía otra manzana y caminaba trata
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