8| rebeldes.
—¡Alfa viene hacia aquí a toda velocidad!
Henry lanzó una mirada de pánico momentáneo a la mujer, pero pronto tuvo una idea.
Analía sintió la fuerza y la rabia con la que el lobo atravesaba las calles. Pero ella sentía miedo. Miedo por lo que pudiera pasar.
El hombre la había agarrado por el collar y la arrastraba por la herrería.
Luego, la sacó por la puerta de atrás, tratando de llevársela a escondidas.
— No importa a dónde me lleves, él va a encontrarte.
Apostó a que el poder del pacto llevaría a Alfa hasta ella.
— ¡No! ¡Él no va a encontrarnos! — le gritó el hombre.
El otro lobo, o mejor dicho, la otra loba, caminaba tras ellos, alerta ante cualquier ataque — Mi hermano es un idiota. Es impulsivo y torpe. No debió liderarnos y se lo voy a demostrar a todos hoy.
Farid caminaba tras ellos, tratando de convencer al hombre de que dejara en paz a Analía, pero cuando él se cansó, le dio un golpe en la nariz tan fuerte que inmediatamente se llenó de sangre.
El anciano cayó al suelo