Las palabras de Giuseppe quedaron suspendidas en el aire mientras trataba de mantener la compostura. Mi mente corría frenéticamente, buscando una respuesta apropiada que no sonara como una mentira descarada ni revelara la verdad dolorosa.
"Espero que haya tenido un buen viaje", comenté, optando por cambiar de tema.
Giuseppe ofreció su brazo, guiándome hacia la sala de estar. Noté que sus pasos eran más lentos de lo que recordaba, como si cada movimiento exigiera un esfuerzo calculado.
"El viaje fue... productivo", respondió, su voz cargando una matiz que no pude interpretar. "Por favor, siéntate. Voy a pedir que nos traigan un poco de ese té que te gustó la última vez."
Me acomodé en el sofá mientras Giuseppe hacía una señal discreta a una de las empleadas. La familiaridad con que me trataba, como si ya fuera parte de la familia, apretaba mi corazón. Se acordaba del té que me había gustado. Un detalle tan pequeño, pero tan significativo.
"¿Tú y Christian ya han comenzado a pensar en l