~ MAITÊ ~
Después del almuerzo, Marco me invitó a caminar por los olivares que se extendían por toda la propiedad. Era una mañana perfecta en la Toscana, el sol se filtraba suavemente a través de las hojas plateadas de los olivos, creando un juego de luz y sombra en el suelo de tierra batida entre las hileras perfectamente alineadas. El aire estaba fresco y limpio, cargado con el aroma característico de los olivos y una brisa suave que hacía que las hojas susurraran melódicamente.
Caminamos en silencio por algunos minutos. Era difícil creer que apenas dos días atrás estaba atrapada en aquella clínica horrible, dopada y sin esperanzas. Ahora estaba aquí, en Italia, libre y caminando al lado del hombre que había arriesgado todo para salvarme.
"Pensé que la familia de ustedes era conocida por los vinos", comenté finalmente, admirando los árboles. Algunos eran tan antiguos que sus troncos eran gruesos como pilares, con cortezas rugosas que contaban historias de décadas de crecimiento.
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