En medio de ese pequeño paraíso en medio del Océano Pacífico, Tuvalu era un lugar de belleza y tranquilidad. Sus playas de arenas blancas y aguas cristalinas encantaban a los visitantes, proporcionando una sensación de paz y serenidad. Las palmeras se balanceaban suavemente con la brisa marina, y el sol iluminaba el escenario con sus rayos dorados.
Mientras tanto, en la calle principal, el Mercedes plateado de Tommaso Grecco circulaba tranquilamente, y el mafioso disfrutaba de la sensación del viento tocando su rostro y enredando su cabello. Una sonrisa se formaba en sus labios, apreciando la libertad que aquel hermoso día soleado le brindaba.
Al llegar frente a una tienda de muebles de madera, Tommaso estacionó su lujosa máquina y ajustó su traje beige con elegancia. Entró al establecimi