Ellis despertó sobresaltada por la intensidad del relámpago que iluminó la habitación acompañado de un estruendo. Se giró hacia un lado y encontró a Vittorio durmiendo plácidamente, ajeno al ruido de la tormenta afuera. Miró el reloj en la mesita de noche y vio que faltaba poco para la hora acordada.
Decidida a seguir adelante, Ellis se levantó con cuidado para no despertar a Vittorio y se puso una bata negra sobre su pijama. Sabía que no había tiempo que perder y que necesitaba actuar rápidamente.
Al salir de la habitación, encontró a su suegra, Antonietta, esperándola en la cocina. La mirada de Antonietta era seria e interrogante, pero Ellis no dudó en responder.
"Sí, estoy segura", dijo Ellis, con firmeza en