Ellis llegó al edificio elegido por Vittorio para la firma de los papeles de divorcio. Mientras subía a la azotea, reflexionaba sobre el tiempo que había pasado desde la última vez que vio a Vittorio, hace dos meses. Su mirada cayó sobre el solitario diamante negro en su dedo, y se preguntó cómo estaría lidiando con todo eso.
Las puertas del ascensor se abrieron y Ellis caminó hacia la recepción, donde fue prontamente dirigida por la recepcionista a dónde debía ir. Con pasos decididos, entró en la sala de conferencias y encontró a Vittorio allí, observándola a través del vidrio. Un sentimiento contradictorio de amor y tristeza recorrió su corazón al verlo nuevamente.
Sentándose frente a él, Ellis se preparó para