El desayuno en la mansión Bellucci tenía un aire casi irreal. El elegante salón de comidas matutinas, con sus ventanas amplias permitiendo que el sol de la mañana inundara el ambiente, parecía salido de una revista de decoración. Trataba de mantener la compostura mientras observaba a la madre de Christian, Isabella Bellucci, cortar meticulosamente una rebanada de pan como si estuviera realizando una operación delicada.
No había dejado de hablar desde que bajó a desayunar, su acento italiano sutilmente acentuado cuando convenía, principalmente cuando hablaba sobre la "importancia de las tradiciones familiares". Cada palabra era cuidadosamente elegida, cada gesto perfectamente calculado. A diferencia de Giuseppe, cuya nobleza venía de una autenticidad natural, Isabella exhalaba una aristocracia forzada, como si estuviera constantemente recordándoles a todos sobre su posición.
"Es una pena que hayamos llegado apenas ayer", comentó, mirándome directamente. "Apenas tuvimos tiempo de conoce