Cerca del mediodía, Rosanna dijo que iría a visitar a su madre, y todos la entendieron perfectamente. Siempre que había una discusión fuerte en la casa, la señora se refugiaba en su madre, quien evidentemente la mimaba en exceso. Margaret, sin embargo, no podía evitar dudar de que las cosas realmente hubieran escalado a ese nivel.
A pesar de todo, lo que pasaba en la casa de los Salazar siempre resultaba ser más complicado de lo que aparentaba.
Rosanna, como siempre, necesitaba hacer un show, y la entrada de la casa no fue la excepción. Peleó con los guardias, creando un drama porque no soportaba la idea de que los "perros de Rubén" la siguieran a todas partes. Gritó como una loca, advirtiéndoles que, si la seguían, los despediría sin excepción, disfrutando de la sensación de control, aunque fuera momentánea.
Tomás, el jefe de seguridad, ya conocía demasiado bien su temperamento. Les indicó a los demás que la dejaran mar