En ese momento, la música comenzó a sonar con un tanto más de fuerza y vida, se trataba de una canción que provocaba desear bailar.
Pronto María y Antony se voltearon a ver entre sí, dedicándose una radiante sonrisa.
—Lo siento, pero no puedo quedarme aquí sentada, tengo que bailar esta pieza. ¿Me arias el honor Antony? —le pregunto con una complicidad maravillosa entre ellos.
—Por supuesto, mi querida —respondió, mientras se ponía en pie, tendiéndole la mano de forma gentil para ayudarla a levantarse y le guiaba hacia la pista.
Alexander era consciente de lo que debía hacer y es que quedarse sentados resultaría demasiado sospechoso; así que se puso en pie, tendiéndole la mano a Emilia.
—¿Me concedes esta pieza? —pregunto con galantería.
—¿Qué crees q
Alexander no pudo evitarlo; aquello que sentía era mucho más fuerte que él, no podía controlarlo. El sentir su aliento en su oído, el aroma que desprendía su cabello embriagándolo; su cuerpo tan cerca del suyo que podía percibir el calor que desprendía y sobre todo el latir errático de su corazón. Todo aquello le envolvía de tal forma, que todo en lo que podía pensar era en ella a su lado.Al verla a los ojos; vio la luz y fuerza que tanto le caracterizaban y que tan fascinado le tenían. Todo lo que deseo fue besarla, era una urgencia que no pudo y no quiso contener; sucumbiendo a ella para apoderarse de sus labios en una unión apasionada y sumamente intensa.No fue sino hasta que la necesidad de respiras se volvió tan fuerte, que Alexander se vio en la necesidad de terminar aquel beso aun en contra de su voluntad. Sin embargo, lo hizo para verla muy de cerca
Emilia fue consciente casi enseguida de como su expresión cambiaba, mientras que el agarre de su mano disminuía poco a poco hasta soltarla. Sin duda, algo estaba pasando; por desgracia no tenía idea de lo que se trataba, solo sabía que parecía ver algo más atrás de si y deseaba averiguar de lo que se trataba cuanto antes. Sin esperar ni un solo instante más, se dio media vuelta para encontrándose con que se trataba de una mujer muy hermosa. Esta era alta, de grandes ojos azules, cabello teñido de rojo brillante y un cuerpo que debía reconocer era espectacular. Creía haberla visto con anterioridad; quizás en alguna fiesta, pero no estaba del todo segura.—Alexander... Al escuchar como lo nombraba, le quedó más que en claro que ella le conocía y viceversa, podía notarlo por la forma en que este la observaba.Permanecieron durante tanto tiempo en silencio, que a Emilia no le quedo otra opción más que atraer a su atención y es que se daba cuenta de cómo algunas personas comenzaba a mira
Emilia entonces entendió el extraño comportamiento que había tenido esa noche. El robar su auto sin importar las consecuencias, el negarse a detenerse aun cuando se lo exigió; todo encajaba al fin en su cabeza, todas las piezas tenían sentido. —En esos momentos estaba destrozado, incluso había comprado un anillo de compromiso para proponerle matrimonio y es que pensé que era la mujer de mi vida. Estaba convencido de que era la mujer con la que quería formar una familia, la mujer perfecta para mi —reconoció con tristeza mientras tomaba asiento de forma cansada en uno de los sillones de la sala. —Estaba destrozado, apenas podía creer lo que me había pasado y es que no la creía capaz de una traición como esa, Entonces de pronto nuestros padres dieron por hecho que algo pasaba entre nosotros y lo hicieron justamente por ese anillo. En ese momento no tenía la fuerza necesaria para corregirlos, no cuando eso significaba decirles que la verdadera dueña de ese anillo me engañada, que se ha
Varios días después…La noche había caído hacia un par de horas, cuando Alexander regreso a casa luego de un muy largo día en la oficina. —Emilia —la nombro, cuando contesto a su llamada.—¿Que sucede Alexander? —indago un tanto de extrañada por su llamada y es que habían hablado apenas un par de horas antes. —¿Dónde estás? —pregunto en su lugar con aparente relajación.—Aun en la oficina, no le podido terminar de revisar los documentos que nos enviaron los abogados. ¿Acaso sucede algo? — cuestiono y es que no pudo evitar pensar que así era.—En absoluto; tan solo es que pensé en comprar algo de cenar, así que pese por ese restaurante de comida mexicana que tanto te gusta —respondió, sabiendo bien cuanto es que le gustaría la noticia.—¿Estas bromeando? —deseo asegurase antes de poder emocionarse por eso.—En lo más mínimo, de hecho, en estos momentos tengo conmigo un par de ordenes de tacos e incluso pedí de esa salsa picante que te gusta —le conto.—Sabes que jamás he podido resis
Tan solo algunos minutos después Emilia arribo al apartamento. Apenas abrió la puerta, dejo sobre la mesa a un lado de esta su bolso, maletín y llaves; además de deshacerse con un suspiro de los altos tacones que solía usar.—Alexander —lo llamo desde ahí.—En la cocina —respondió este a la distancia. Sin demora comenzó a caminar hacia haya descalza, encontrándolo junto a la barra de la cocina con todo preparado. Las ordenes de tacos se encontraban en un platón en el centro; sin duda acababan de salir del horno, porque podía ver como despedían vapor. Este iba acompañado por el delicioso aroma al bistec y pastor. El color verde del cilantro y blanco de la cebolla, resaltaban en las tortillas de maíz y a un lado un pequeño recipiente con salsa verde y cebolla azada. Para Emilia, era como ver el paraíso y no pudo evitar que una gran sonrisa se formase en sus labios por eso. —¡Lo más bello que he visto en mi vida! —exclamo con alegría.—Gracias. Sabía que era guapo, pero no creí que tan
Tuvo que esperar un par de horas para que ambos al fin se decidieran a retirarse. Apenas escucho sus pasos por el pasillo, se ocultó en el closet a tiempo para evitar que Emilia la viera al entrar en la habitación. La vio quitarse los accesorios que usaba, limpiarse la cara para deshacerse del maquillaje y dirigirse al baño; apenas escucho como la regadera se abría supo que era el momento de huir y salió de ahí a hurtadillas.Se encontraba a punto de salir del apartamento, cuando vio algunos documentos en la sala. La curiosidad pudo más que ella, así que los tomo y apenas los leyó le quedó en claro lo que pasaba.La cena con los padres de Emilia trascurrió con normalidad, la comida era maravillosa al igual que la compañía; pues ambos eran personas muy agradables. No obstante, Emilia estaba segura de que en cualquier momento iniciarían con el interrogatorio, mismo que era el motivo real de aquella cena. Sin embargo, eso no llego a suceder, lo cual sin duda agradecía. Se sentía terrible
Cuando salió del estudio un par de horas después, se encontró a su madre sentada en el pequeño recibidor fuera de la oficina con un libro en las manos.—¡Al fin han terminado de hablar! —exclamo con alivio y es que había comenzado a pensar que tendría que entrar para interrumpirlos.—Si, hablamos mucho —reconoció con una sonrisa; mientras revisaba el reloj en su muñeca, mismo que le dijo que pasaba de la media noche.De igual modo se dio cuenta de que en el exterior una gran tormenta se desataba con fuerza.Al voltear a su alrededor no voy a Alexander por ningún sitio, por lo cual su primer pensamiento fue que se había marchado sin ella. Lo cierto es que no podía culparle por eso, no cuando había pasado tanto tiempo hablando con su padre.—Esta arriba— le dijo su madre aun antes de que preguntara.—&
La luz era escasa a excepción de los ocasionales relámpagos que surcaban el cielo y que hacían que la luz entrase por las ventanas, cuyas cortinas no estaban del todo cerradas. Aquello le permitía ver su rostro en calma y es que parecía tan pacífica que casi no parecía ser ella misma. Se permitió entonces verla con cuidado; deleitándose con su gran belleza, aquellos carnosos labios, sus largas pestaña y su respingada nariz. Aunque trato de evitarlo, no pudo evitar ver el resto de su cuerpo y es que no hacerlo resultaba imposible sin duda.La parte alta de sus senos se asomaba por el escote de la delicada prenda que usaba, misma que en esa posición se ajustaba aún más a su cuerpo. Bajo entonces aún más la vista, viendo como esta se encontraba aún más corta de lo que recordaba, lo cual era mucho decir. Aquello había dejado al descubierto una mayor porción de la piel de sus piernas, misma que pretendió observar con mayor detalle.No obstante, pronto se