Karen retrocedió ante la bofetada, pero su sonrisa burlona no desapareció completamente.
Lucía lo tenía muy claro: esta persona había tenido contacto con todas ellas.
Después de que Lily descargara sus emociones, Lucía preguntó con serenidad: —El día que mi tío me secuestró, había otra persona presente, una mujer que modificó su voz para que no pudiera reconocerla. Ya sé que me tendieron una trampa y que alguien más está detrás de todo esto. Sospecho que es la misma persona quien orquestó el secuestro y quien causó la muerte de mi tío. ¡Para descubrir quién mató a mi tío, necesito que ustedes la identifiquen!
—¡Tonterías! ¡Puras mentiras! ¡Imposible! —negó Lily—. Dices todo esto solo para justificarte y aliviar tu culpa.
Lily hablaba así porque se negaba a aceptar la realidad.
Diego había secuestrado a Lucía y ese fue su castigo. No quería aceptarlo. Si toda la culpa recaía sobre Lucía, entonces ellas quedaban libres de toda responsabilidad.
Lucía había entregado su mensaje: —Piénsalo