Karen, que antes estaba nerviosa y sentía que iba a perder, recuperó la confianza al escucharlo todo.
El puesto de Lucía como señora Rodríguez era inútil si nadie lo sabía, ¿de qué pues servía?
Probablemente acabarían divorciándose.
Mirándolas, se le ocurrió una buena idea.
—No se apresuren ustedes —dijo Karen sonriendo—. No es fácil entrar al Grupo Rodríguez, ¡las echarían antes de siquiera entrar!
—¿Cómo podrían? ¡Soy la tía de Mateo, nadie se atrevería a echarme! —protestó Lily, confiada en su posición y esperando ser tratada con respeto y privilegios.
Karen dijo: —Ustedes mismas dijeron que Lucía desconfía de ustedes. Ella es la secretaria de Mateo, será la primera en enterarse cuando intenten entrar. ¿No creen que las echarán?
Lily lo pensó y se preocupó: —Tienes razón. Ya en el hospital fue hostil, ¡aquí seguro no me dará buena cara!
—Mi sobrina no respeta a sus mayores, ¡no sé qué clase de educación fue la que recibió!
—¿Entonces qué hacemos? —preguntó Adriana angustiada.
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