Capítulo 2

Mario José vio alejarse a la chica, agradeció al cielo que el trayecto haya sido un poco corto, al ver que ella ya no lo podía localizar, arrancó su auto para dar la vuelta y se alejó de ese asqueroso barrio de quinta como él le nombró al nomás entrar. Él está acostumbrado a vivir en colonias o residenciales privadas en donde la apariencia vale mucho más que cualquier otra cosa.

Poco después le envió un mensaje de texto a su grupo de amigos, diciéndoles lo que ha ocurrido en su primer intento por conquistar a la fea del instituto, sus amigos lo felicitaron porque así como van las cosas de rápido, lo más seguro es que pronto obtendrá lo que quiere.

Al día siguiente…

Ángela Rosibel, con mucho más ánimos que en días anteriores, se levantó e hizo su rutina en casa para luego irse a la calle para tomar el autobús que la llevará hasta el instituto.

Ya puesta en el lugar, entró a sus clases con normalidad, lo raro es que no ha visto a Mario José, y a cada momento que lo recuerda, ella se pregunta ¿será que no vino a recibir sus clases hoy? Sí, eso debe de ser porque su grupo de amigos ya ha hecho su paseo por los pasillos como siempre, pero él no les acompaña.

Pero lo que la chica no se imagina es que, el joven sí se presentó a clases, pero no ha querido salir del salón, ni siquiera a comer porque le da pena de que ella lo vea y se le acerque, por lo que él le dijo el día de ayer. —Jum, eso sería una gran vergüenza para mí. —Se dijo el chico en su mente.

— Amiga, desde que llegaste te noto distraída. —comentó su amigo Ariel.

— No pasa nada amigo, son puras alucinaciones tuyas, yo estoy igual que antes. —mintió ella, tratando de que sus palabras no sonaran tan desesperadas por ver al chico malo del instituto.

Finalmente, las clases terminaron y la chica pensó que como Mario José no fue a sus clases, entonces se cancela la cita para el helado que él le propuso ayer.

Como siempre, los chicos se fueron juntos a la parada de transporte público, y de costumbre el bus de Ariel, pasó primero y ella se volvió a quedar sola. Pero segundos después llegó su compañía, ella se percató que el auto de Mario José, se detuvo frente a ella y él le habló para que se subiera.

— ¡Hola!, pensé que no nos veríamos hoy, no te vi en todo el día y supuse que no habías venido a clases.

— Claro que si vine, pero tuve quedarme encerrado en el salón porque no había terminado una tarea en la casa por estar pensando en ti toda la tarde y noche, entonces me tocó hacerla en el aula. —Mintió el chico.

— Vaya por lo que me cuentas puedo deducir que eres un chavo muy aplicado en tus tareas educativas.

— Por supuesto que sí guapa. —Linda, espérame aquí mientras voy por los helados y luego te llevaré a otro lugar.

— ¿A dónde me llevarás? —Ella ahora está preocupada.

— Es una sorpresa, relájate y confía en mí.

— Está bien. —Respondió la chica, según ella, Mario José lo hace para que ella no se moleste en bajarse. —Pero la verdad es que a él le da pena que una chica vestida con un uniforme muy grande para su estatura y unas calcetas altas que le llegan casi a las rodillas, se baje de su lujoso auto y mucho menos que camine al par suyo.

El chico regresó con dos panas de las medianas de ice cream, se las entregó a la chica y él comenzó a manejar.

— Dime a dónde iremos por favor, no me tengas en ascuas. —Ella no sabe para qué rumbo van, pues ella no conoce el lugar y mucho menos las calles por las cuales él se dirige.

— ¿Conoces el mar?

— No, mi madrina me prometió que cualquier día me traería para que lo conociera, pero hasta el sol de hoy no le ha quedado tiempo de hacerlo.

— Bueno, entonces quiero ser el primero en llevarte a que lo conozcas, estamos a pocos metros de un lugar que es bastante solo, es solo para parejas con mucho dinero, pero la mayoría llega hasta por la noche porque se aprecia una vista espectacular.

— Pero si es alejado de la ciudad, significa que puede ser peligroso.

— Claro que no guapa, y si lo fuera, no te pasará nada si estás conmigo.

Los chicos estuvieron un largo rato sentados en la arena a la orilla del mar, disfrutando del ir y venir de las hermosas olas que bailan como por arte de magia. Luego se regresaron porque ya casi anocheció y la chica dijo que su madrina se preocuparía por ella.

Los días iban pasando y ellos cada vez se volvían más cercanos, Mario José, sabía que la chica se había enamorado de él por la forma en que ella lo veía y actuaba. El lepidio que por el momento en el instituto no demuestren nada porque según las normas de la institución, es terminantemente prohibido formar parejas dentro de este.

La chica, como es tan inocente, le creía todo lo que él le decía, y esta vez no fue la excepción.

— ¿Y entonces, como vas con tu hermosa pareja? —le preguntó uno de sus amigos, sonriendo de forma burlesca.

— Estoy a punto de terminar el mes que me pusieron como plazo para fingir que tengo un amorío con esa chica.

— No, es que tú no nos has entendido aún verdad, hermano.

— ¿Cómo que no?, yo ya hice lo que me pidieron, no sé a qué más se refieren.

— Te pedimos que finjas por un mes, pero no solo frente a nosotros, tus amigos, sino que ante toda la institución, tienes que dar a conocer que ustedes son una pareja.

— Pero como lo haré, si ni siquiera le he pedido que sea mi novia.

— Pues lo harás.       

— ¡¿Qué?!, no me pidan eso por favor, eso implica tener que besarla alguna vez y eso es un asco, mejor prefiero darle un apasionado beso a un sapo antes que a ella.

— Pues es tu problema si no lo quieres hacer.

— Me da vergüenza de cómo van a reaccionar todos, seré catalogado como un perdedor.

— Pues no lo hagas, y renuncia al reto del juego, pero ya sabes las consecuencias.

— Está bien, ustedes ganan, hoy mismo que la vea le pediré que sea mi novia y ustedes serán los encargados de difundir el rumor dentro del instituto.

— No hay pedo, con mucho gusto te ayudaremos en ello. Ya solo te queda menos de una semana para que termines el mes, las clases terminan; tú te gradúas y te vas de este país y no la volverás a ver jamás, así que no te preocupes por el que dirán.

Esa tarde, como ya se ha hecho una costumbre, Mario José recogió a Ángela en la estación de autobús y se fueron nuevamente a la playa, lugar que se ha convertido en su escondite perfecto.

— Ángela, yo sé que es muy pronto para pedirte algo muy importante que significa mucho para mí, la verdad es que necesito decírtelo desde ya porque temo perderte.

— ¿Qué me quieres decir? —La chica está más curiosa que nunca.

— Quiero pedirte que seas mi novia, ¿aceptas? —el chico está con una sonrisa de oreja a oreja que hace que a la chica se le olvide hasta como se llama.

— ¡Claro que sí, quiero ser tu novia! —Le respondió la chica, emocionada porque, según ella, se le había cumplido uno de sus deseos.

Esa tarde tuvieron su primer encuentro de amor, en la playa, bajo la luz de la luna que servía como testigo de lo que allí estaba pasando. Ángela Rosibel llamó a su madrina y le comunicó que llegaría un poco más tarde de lo habitual a la casa porque iría donde su amigo Ariel, a hacer una tarea del colegio.

Su madrina le creyó, pues ya conoce al chico y sabe que no se va a propasar con su ahijada porque a él le gustan las personas de su mismo sexo y eso hace que la señora le tenga mucha confianza.

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