Rebeca no entiende esa obsesión de su padre con Alex, últimamente siente que su padre no tiene tranquilidad de nada y ella debe tratar de arreglarlo todo.
—Papito, mejor por qué no te vas a casa, y así descansas un poco, y no me mires con ganas de quererme matar, pero es mejor —hablo Rebeca abrazando a su padre para que se tranquilice un poco.
—Está bien hija, si mejor me voy a descansar, pero voy a ir al club, y de paso juego un rato con mis amigos —respondió Oliver, mientras dejaba un beso en la frente de Rebeca.
Aunque a Rebeca no le gustaba para nada la idea que su padre se fuera a jugar al club, ella sabía muy bien cómo se ponía cada vez que lo hacía y la verdad no le gustaba para nada
Además, sin contar que la última vez perdió mucho dinero y eso la preocupaba más que nada, pues no quería que su padre le llegase a pasar algo malo por apuestas de juego.
Oliver salió de la oficina dejando con el corazón y alma a Rebeca, camino y bajo hasta el sótano en dónde sus ojos se abrieron