Y el muchacho se abrió paso...
Capítulo 69 —No hay vuelta atrásNarrador: Nadia no pudo responder, porque ya lo sabía. Massimo permaneció inmóvil por un instante, dándole tiempo, permitiendo que su cuerpo lo aceptara por completo. Su respiración era errática, su autocontrol pendía de un hilo, pero esto no era solo deseo. Era algo más profundo. Nadia se aferró a sus hombros, sus ojos oscuros fijos en los de él, su cuerpo temblando por la intensidad del momento.—Massimo… —susurró, su voz apenas un suspiro, una súplica.Massimo exhaló con fuerza, deslizando los dedos por su mejilla, asegurándose de que estuviera bien, de que no hubiera miedo, solo entrega.Y entonces, se movió. Un vaivén lento, calculado, un roce que la hizo jadear y arquearse contra él. Massimo apretó los dientes, sintiendo cómo el calor de su cuerpo lo envolvía, cómo cada movimiento era una tortura exquisita.—Dios, Nadia… —su voz era un gruñido bajo, controlado, contenido. Suavemente, volvió a moverse, con la paciencia de querer saborear cada segu
Capítulo 70 —Un miedo antiguoNarrador:—¿Cómo te sientes?Nadia se estremeció apenas, y sus labios se entreabrieron como si quisiera responder… pero se quedó en silencio. Él frunció el ceño.—Dímelo, piccola, necesito saberlo.—Estoy… —Nadia respiró hondo —No sé cómo explicarlo.Massimo se sentó, apoyando los brazos sobre las rodillas, sin dejar de observarla. No le gustaba verla así.—Inténtalo —murmuró.Nadia tragó saliva.—Es solo que… —bajó la mirada y su voz se volvió más baja, casi un susurro —No pensé que se sentiría así.Massimo sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Así cómo?Nadia dudó un segundo antes de responder.—Tan… intenso.Él apretó los puños sobre las sábanas. Por supuesto que lo había sido. Había sido todo.—¿Te duele?Ella negó con la cabeza rápidamente.—No, un poco incómoda tal vez… solo… —soltó un suspiro nervioso y sus mejillas se encendieron aún más —No sé si pueda mirarte a la cara después de todo lo que hicimos. —Massimo entrecerró los ojos y un segu
Capítulo 71 —El anillo.Narrador: Nadia bajó la mirada, sintiendo el peso del silencio entre ellos. Su mano descansaba sobre su abdomen, aún temblorosa, aún procesando cada palabra que Massimo había dicho. Eres mía. No pienso dejarte ir.Entonces, lo vio. El anillo.Brillando en su dedo con el reflejo de la luz tenue de la cabaña.Un anillo hermoso, elegante, con una historia detrás que hasta ese momento no había querido preguntar.Lo giró lentamente con la yema del dedo, sintiendo su textura, su peso. Su significado.Massimo notó su mirada y, sin soltarla, deslizó la mano hasta tomar la de ella, entrelazando sus dedos con los suyos.—Era de mi madre —dijo en voz baja, con una profundidad que la hizo estremecer.Nadia alzó la vista, encontrándose con su expresión seria, intensa.—¿Tu madre? —susurró.Massimo asintió, con la mandíbula ligeramente tensa.—Mi abuela me lo dio. Me dijo que debía dárselo a la mujer correcta.Nadia tragó saliva.—Pero… esto comenzó como un juego.Massimo e
Capítulo 1 —Completa y jodidamente, atractivoNarrador:La sala de la ONG estaba tranquila, con las sillas acomodadas en círculo mientras algunos de los asistentes iban llegando poco a poco. Nadia estaba allí, sentada en una de las sillas, con los dedos entrelazados sobre su regazo. No tenía idea de por qué había aceptado quedarse a la reunión cuando lo único que necesitaba era un trabajo, pero algo en la calidez de Ismael la había convencido. A su alrededor, los jóvenes iban tomando asiento, cada uno con sus propias historias, con sus propias cargas. Había una sensación de comunidad, de entendimiento tácito entre ellos, aunque Nadia aún no se sintiera parte de eso. Y entonces, la puerta se abrió de golpe. El impacto resonó en toda la sala, haciendo que todos giraran la cabeza al mismo tiempo. Dos hombres entraron. El primero, joven, con el cabello despeinado y la ropa desarreglada, forcejeaba inútilmente contra el agarre de quien lo traía a rastras. El segundo… Nadia sintió su estóma
Capítulo 2 — Sin hogar, sin destinoNarrador:La noche era espesa, el aire cargado de humedad y el asfalto aún retenía el calor del día. Nadia caminaba con pasos erráticos, su bolso colgando del hombro como un lastre, su ropa pegándose a su piel por el sudor frío que la cubría. No miraba atrás, no quería hacerlo. Si miraba atrás, tal vez se derrumbaría. No tenía a dónde ir. No tenía a quién llamar. No tenía nada. Solo el eco de aquella voz repugnante resonando en su cabeza.—Anda, bonita… ven a sentarte en la falda de papi, que quiere hacerte unos cariños…La bilis le subió a la garganta, pero la tragó de vuelta. No podía permitirse flaquear. No ahora. No cuando por fin había escapado.Había pasado toda su vida encerrada en un infierno del que parecía imposible huir. Una madre que no era más que una sombra vacía, con el aliento apestando a alcohol y los ojos nublados por la dependencia. Y él… ese asqueroso bastardo que la acechaba como un lobo esperando el momento perfecto para saltar
Capítulo 3 —Cincuenta por la tarde enteraNarrador:El amanecer pintaba el cielo de tonos naranjas y rosados mientras Nadia se incorporaba lentamente de la banca. Sus músculos protestaron con cada movimiento, su espalda rígida por haber dormido en una posición incómoda.—Bien, Nadia… sigues viva —susurró para sí misma, frotándose el rostro con las manos.Se enderezó y miró a su alrededor. La plaza todavía estaba tranquila, con algunos indigentes removiéndose bajo sus mantas improvisadas. El estómago le rugió con un vacío punzante. Tenía hambre. Y, más urgente aún, necesitaba un baño. Se puso en pie y comenzó a caminar. Tal vez encontraría algún lugar donde pudiera entrar al menos a lavarse la cara. Pero cada intento fue peor que el anterior.—No damos caridad aquí.—No puedes usar este baño.—Largo.Cada rechazo se sentía como un golpe directo a su dignidad. Finalmente, con la desesperación mordiéndole los talones, encontró una zona con arbustos altos y, con el rostro ardiendo de verg
Capítulo 4 — Cosas de chicasNarrador:El teléfono comenzó a vibrar en su mano, pero Nadia se quedó mirando la pantalla un instante antes de contestar. Sabía que era Ismael, y sabía que no dejaría de llamar hasta obtener una respuesta. Exhaló con resignación y deslizó el dedo por la pantalla.—¿Hola?—¿Dónde estás? —La voz de Ismael sonaba preocupada, casi exigiendo una respuesta inmediata —Te busqué en la ONG y desapareciste.Nadia cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, sintiendo el peso de la culpa mezclado con el alivio de haber logrado escapar.—Tuve que irme —murmuró, sin muchas ganas de dar explicaciones.—¿Pero qué pasó? —insistió él —¿Estás bien?Podía imaginarlo con el ceño fruncido, mirando el móvil con esa expresión de desconcierto que ponía cuando algo no encajaba en su lógica.—Me descompuse.Hubo un silencio breve al otro lado de la línea.—¿Cómo que te descompusiste?Nadia giró la cabeza hacia la ventana, observando la calle silenciosa desde su escond
Capítulo 5 —EjecutivosNarrador:Nadia llegó temprano a la cafetería, con el cabello recogido en una coleta alta y la camisa blanca que Angelina le había dado la noche anterior. Se sentía extrañamente cómoda en ese lugar, como si poco a poco estuviera construyendo una rutina que no la hacía sentir tan perdida. Angelina la recibió con una taza de café caliente y una sonrisa breve antes de ponerla en marcha.—Hoy va a ser un día agitado —dijo mientras pasaba un paño por la barra —El salón privado está reservado para el almuerzo, así que necesito que lo dejes impecable.Nadia frunció el ceño.—¿Reservado?—Sí, un grupo de ejecutivos. Siempre vienen en plan de negocios, pero dejan buenas propinas si están contentos.Nadia asintió, tomando un trapo y un balde con agua.—Entendido.Caminó hasta el salón privado, un espacio más elegante dentro de la cafetería, con una gran mesa de madera y sillas acolchonadas. Las ventanas dejaban entrar la luz del sol, y el aire olía a madera pulida y café