Gabriell subió al jets privado, se sentó y abrochó los cinturones de seguridad y el avión levantó el vuelo.
Mirando a la nada, solo pensaba en Arielle, lejos en brazos de Enmanuell.
—¿Cómo pudiste Arielle? Jamás te perdonaré el que te casaras con otro.
Metido en sus confusiones, y los celos, no podía ver lo equivocado que estaba. ¿Cómo una mujer podía organizar una boda si estaba casada con otro?
La azafata se acercó coquetamente, y lo sacó de su distracción.
—¿Que le puedo servir señor Alighieri ? —habló con una sensualidad que no pasó desapercibida para Gabriell, y la miró fijamente achicando sus ojos.
—¿Cuál es tu nombre?
—Nahomi. —respondió con voz seductora.
—Cuando lleguemos a Alemania, recuérdame pasar un memorándum a la administración para que seas despedida, tu trabajo es ser una aeromozas profesional, no haces bien tu trabajo. —habló indiferente y mirando a la nada.
—Disculpe me señor...no creí que ...
—¿Te rechazaría? —completo la frase
—No...no es eso lo que quise dec