CAPÍTULO 4

Desperté por el sonido insistente de un móvil, en ese momento recordé lo que había pasado, quise moverme, pero sentí un fuerte brazo que rodeaba mi cintura. Me moví y logré quitarme el brazo, tratando la manera de no despertar al chico.

Escuché nuevamente el sonido del móvil y logré localizarlo en la oscuridad, era el teléfono que Camila me había entregado. Me acerqué a tomarlo porque si seguía así iba despertar al chico.

Lo tomé — Hola— Respondí en un susurro.

— Amy ¡Dios santo!, al fin respondes, ¿Estás bien? — Preguntó mi amiga al otro lado del teléfono.

— Si, ven a traerme, Ya no puedo estar ni un momento más aquí.

— ¡Esta bien! No te preocupes en diez minutos estaré en el mismo lugar donde te dejé, además tu tía ha estado llamando te quiere ver en media hora en tu casa, yo llevaré tu ropa para que te cambies en el camino. — Me indicó

— ¡Que! Mi tía va a matarme, ven lo más pronto posible yo estaré esperándote. — Contesté

Corrí por toda la habitación buscando mi ropa, claro ahora con la ayuda de la linterna del móvil era más fácil, vi la hora eran media noche. En serio mi tía iba a matarme.

Me vestí tan rápido como pude, y antes de salir dejé una nota para aquel chico.

Disculpa por no despedirme, pero soy como cenicienta después de la media noche la magia se acaba y debo de regresar a la realidad que me rodea. ¡Gracias por ser el primero! Este momento fue muy especial sobre todo al estar bajo la misma luna.

La dejé en la mesita donde se ubicaba la lámpara y salí corriendo, se me dificultaba caminar iba empujando a toda persona que me encontraba para salir lo más pronto posible.

Al fin salí por la puerta principal, cuando ví que Camila aparecía con su auto, me metí en el asiento trasero y cerré la puerta.

— ¡Vamos, conduce lo más rápido que puedas! — Ordené a mi amiga. Ella aceleró siguiendo el camino hacia mi casa.

Cuando íbamos en el camino Camila me lanzó una bolsa que contenía la ropa que llevaba puesta anteriormente, como pude me quité el vestido y me puse mis jeans, blusa y vans. Tome trozos de algodón y desmaquillante que venía también en la misma bolsa, quite todo rastro de maquillaje e hice una coleta con mi cabello. Metí el vestido y los tacones en la misma bolsa y se la entregué a mi amiga.

Justo a tiempo, mi amiga estacionó frente a la entrada de mi casa, y me sentí aliviada habíamos llegado a la hora indicada, me despedí de mi amiga y le agradecí nuevamente por todo lo de esta noche, le devolví su móvil y le prometí que le contaría todo el fin de semana. Salí del auto y me dirigí a mi casa.

Entré a casa y mi tía me dio una mirada fulminante.

— Ya vine — Anuncié

— Vienes tarde. — Me respondió — Estás castigada todo el fin de semana no quiero que salgas a ningún lado ni tampoco podrás recibir visitas, además deberás limpiar las habitaciones de tus primas, la mía y la tuya.

Bufé — Esta bien tía. — Y subí hacia mi habitación.

Ella se quedó sorprendida por mi respuesta, ya que siempre reclamaba antes de aceptar de hacer las cosas, pero hoy nadie podía destruir mi felicidad, ni siquiera ella. Lo malo era que iba poder hablar con Camila, sería hasta el lunes que le contaría todo, además debía ver la forma, de decirles a mis primas que ya no era virgen y que no podrían burlarme de mi, alguien si había querido estar conmigo.

Y con esos pensamientos me tumbé en mi cama y cerré mis ojos recordando todo lo que había sucedido esta noche y además del fin de semana difícil que me esperaba.

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