Capítulo 495
Durante este tiempo, ella había estado utilizando el trabajo de alta intensidad para evitar enfrentar el hecho de que Benedicto era en realidad el tío de Cedro.

Hoy, cuando Natalia mencionó a Benedicto, fue como si tomara un cuchillo afilado y abriera una herida. El dolor que estaba escondido en lo más profundo de su corazón, como un río desbordante, inundó de repente todo su ser, haciendo que su cuerpo entero se retorciera involuntariamente.

La cara de Natalia cambió instantáneamente: —Jefa, ¿qué te pasa?

Fabiola se aferraba a la mesa, mordiéndose el labio.

Los papeles sobre la mesa se cayeron al suelo debido a la vibración.

Natalia, en pánico, no sabía qué hacer. Intentó abrir la puerta para llamar a alguien, pero fue detenida por Fabiola: —¡No abras la puerta!

Déjala un poco de dignidad.

—Jefa...— Los ojos de Natalia se enrojecieron. —¿Qué te pasa realmente?

—Ven y ayúdame.

Fabiola habló con dificultad.

Natalia no tuvo más remedio que obedecer, se acercó y ayudó a Fabiola a sentarse
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