El banquete de disculpas se organizó en un hotel de alta categoría.
La familia Ramírez fue la primera en llegar, seguida por Benedicto y Fabiola.
El padre de Benedicto, debido a su mala salud, no asistió.
Cuando Fabiola y Benedicto entraron, la familia Ramírez se levantó, mirando nerviosamente a Benedicto.
Fue Silvia quien rompió el silencio, atrayendo la atención hacia Fabiola.
—Fabiola, lo siento.
Fabiola sonrió ligeramente, con gracia y compostura: —No te apresures a disculparte, todavía no sé por qué lo haces.
Los padres Ramírez cambiaron de expresión, intercambiaron miradas y sintieron que Fabiola no era fácil de manejar.
Silvia se había preparado mentalmente y su sonrisa era serena: —Fui yo quien te invitó a la fiesta. Aunque no tengo nada que ver con lo sucedido, si no te hubiera invitado, no habrías resultado herida.
Fabiola levantó ligeramente la barbilla, examinando a Silvia.
Después de un momento, dijo con una sonrisa: —Señorita Ramírez, no debes decir eso. Si no tienes nada