—Bienvenida a mi humilde casa —dijo Dante contento y Belinda sonrió al ver su emoción.
Estaban frente a la casa enorme que viera Belinda la primera vez que vino, pero ahora se le sumaba un anexo independiente y bastante rustico, la casa original se veía que en otro tiempo fue bastante bonita y con mucho lujo, ahora solo eran las ruinas de un mejor momento, se veía descolorida, reseca y triste, con un anexo que la hacía más grande, pero que ahora la hacía lucir como una especie de Frankenstein de las construcciones.
Dante se acercó a Belinda entre la camioneta y el auto, ambos observando la casa y a su al rededor.
—Aún necesita mucho trabajo, es obvio, porque es horrible, pienso tumbar toda esta casa, es muy antigua, la haré completamente diferente, por ahora funciona y cuando concrete la venta de un terreno en Caracas podré hacer más, aunque ahora será mejor que me replanteé todo.
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