En el momento en que Bo Gelian vio a Jiang Sese, se sorprendió.
“¡Eres tú!”.
Jiang Sese lo miró y se burló. “Así que usted es el Señor Bo Gelian”.
Recordaba que el hombre que la ayudó aquella noche también se llamaba Bo Gelian, pero ella no asoció a ambos, y mucho menos se imaginó que fueran el mismo.
“Sophia”. Bo Gelian se rio. “Así que tú eres Jiang Sese. El mundo es pequeño, después de todo”.
Hacía tiempo que se conocían.
Catalina frunció el ceño. “Señor Bo Gelian, ¿la conoce?”.
Bo Gelian se giró hacia ella y le dijo claramente: “Nos hemos conocido”.
Desde aquella noche, él pensaba a menudo en ella y en su exquisito y delicado rostro oriental.
Catalina se dio cuenta de que Bo Gelian estaba muy cautivado por Jiang Sese.
Para evitar que dejara marchar a Jiang Sese por capricho, ella se apresuró a decir: “Señor Bo Gelian, el Profesor Curry sigue esperando para realizar las pruebas”.
“No hay apuro”. Bo Gelian miró fijamente a Jiang Sese.
Ella parecía extremadamente tranquila