Tony se paseaba de un lado a otro en su pequeña habitación sobre el "Paraíso de Lola". Su mente daba vueltas, tratando de entender qué había llevado a Danna a cambiar su historia.
—Ay, caray —murmuró para sí mismo —¿Qué mosca le picó a esa mujer pa' cambiar su cuento así nomás?
Se dirigió al armario y sacó su atuendo texano, los jeans desgastados, la camisa a cuadros, las botas de cuero y, por supuesto, su inseparable sombrero. Mientras se vestía, Tony sentía como si estuviera poniéndose una armadura.
Bajó las escaleras y encontró a Frank limpiando la barra.
—Oiga, don Frank —llamó Tony —necesito que me eche una manita.
Frank levantó la vista, sorprendido al ver a Tony en su atuendo completo de vaquero.
—¿Qué pasa, chico? ¿Vas a un rodeo o algo así?
Tony negó con la cabeza.
—Qué va, necesito que me guíe por esta pinche ciudad, tengo que ver a Marjorie.
Frank frunció el ceño.
—¿Estás seguro de que es una buena idea?
—Más seguro que un armadillo en su caparazón —respondió Tony, aunque su