Maxine.
Veinticinco de diciembre, cinco de la tarde y yo estoy perdiendo los nervios, siento que me sudan las manos, no soy capaz de terminar de ponerme el vestido sola y eso que no soy yo la que va a casarse, pienso. Gracias al cielo que la maquilladora que mi madre contrató ya se encargó de mi rostro y de mi cabello, porque si no, creo que estaría echa un completo desastre justo en este momento.
Intento subir mi cremallera, pero no puedo.
-Tienes que calmarte, Maxine Prior – le digo a mi reflejo y respiro profundo.
Escucho que alguien toca a mi puerta y espero de todo corazón que se trate de Adriana para decirme que ya mi madre está lista para ir a la iglesia, y además para que también pueda ayudarme con la cremallera del puñetero vestido.
-¡Siga! – grito.
La puerta de mi habitación se abre, yo me doy la vuelta y veo a Trevor de pie frente a