Capítulo 127
Juan Carlos se entretuvo hablando con el dueño de la casa. De súbito, Daniela recordó que no llamó a sus padres para avisarle que iban en camino, luego le dijo a Juan Carlos que iría al auto a buscar su teléfono. Sacó las llaves de su bolsillo del pantalón y él asintió con la cabeza.

Ella abrió el auto y llamó a su madre. Pero cuando cerró la puerta y antes de que pudiera insertarla en la cerradura, se percató con horror que el coche se movía lentamente hacia atrás.

—¡Oh, Dios mío! —jadeó y tiró del picaporte. Su instinto la urgía a tratar de alcanzar el freno de mano, pero el impulso del coche la venció haciéndola caer a un lado y cuando pudo ponerse de pie, todo lo que pudo hacer fue observar con ansiedad cómo, en graciosa cámara lenta, el coche se deslizó hacia atrás por el precipicio y desapareció de su vista.

Gritó y corrió hacia la orilla, a tiempo de ver el auto dar un vuelco en su caída hacia las rocas, abajo, aterrizando con las ruedas hacia arriba con un horrible impacto
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