Owen se rindió y se echó hacia atrás para volver a su sitio.
—Pero aun así hablaré porque estoy aburrido —dijo colocando su codo en el apoya brazos de la puerta—. Tú ves si me respondes o no.
No lo haré.
— ¿Cómo está tu perro? —preguntó, curioso. Luego se llevó una mano a los labios y miró ligeramente hacia arriba—. ¿Cómo se llamaba?
Es un ladrón. Es un ladrón. Es un ladrón.
—No te voy a morder —dijo tras mi silencio.
—Ya te dije que no me relaciono con criminales.
—No lo estás haciendo —respondió con simpleza. En eso se giró y vio a sus amigos—. ¿Somos criminales?
—Nah —escuché a Holden—. Sólo hacemos lo que queremos.
—Incumpliendo las leyes —destaqué.
—El gobierno les roba a los ciudadanos —habló Danielle—. Los grandes magnates del mundo del negocio estafan, manipulan y compran a quien sea porque pueden —me miró por el retrovisor y se encogió de hombros sin desviar la mirada—. ¿Cuál es la dife