Capítulo 345
—Sí, mira que tonta soy, tan torpe que me quedé paradota aquí abrazándote como boba en la puerta.

Doña Marta se secó las lágrimas, tiró de Perla y la llevó hacia adentro. Mientras caminaban, reía con ganas.

—Ya estoy vieja, y la cabeza ya no me da para tanto.

—Ven, siéntate. Lana, saca las cerezas grandes del refrigerador, a la señorita Balan le encantan. Ayer el señor las mandó a traer, y hoy tú por fin vuelves.

Doña Marta andaba de un lado para otro, nada más entrar ya estaba organizando todo.

Perla la detuvo suavemente.

—Doña Marta, no te preocupes, solo pase a saludarte. Tengo que irme pronto.

—¿Ya te vas tan pronto? —Doña Marta se desanimó.

—¿No puedes quedarte un poco más? Ya está tarde, ¿por qué no esperas a cenar y luego te vas? Recuerdo que te encantan mis empanaditas de pollo, ¿por qué no comes primero?

Frente a la insistencia de doña Marta, Perla no pudo rechazarla. Después de pensarlo un momento, dijo:

—Tengo que irme por algo de la casa.

—¿De la casa? ¿Te casaste? —pregunt
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