Aitana despertó con el cuerpo aún encendido, su piel hormigueando con el recuerdo de las manos de Iván recorriendo su piel durante la noche anterior. El roce de las sábanas contra su cuerpo desnuda la hizo estremecerse, y por un momento, cerró los ojos y se permitió revivir cada segundo de su encuentro.
Sus labios aún parecían sentir la presión de los suyos. Su cuello aún ardía donde él la había besado. Pero, sobre todo, su mente estaba atrapada en sus últimas palabras: "Quiero que pienses en este momento. Que lo sueñes. Que me desees tanto que la próxima vez seas tú quien me pida más." Aitana dejó escapar un suspiro frustrado y se incorporó en la cama. Su teléfono vibró en la mesita de noche y, al verlo, sintió un pequeño vuelco en el estómago. Iván: "¿Dormiste bien, princesa?" Ella mordió su labio inferior, sonriendo ante la confianza en sus palabras. Sabía exactamente lo que hacía, cómo jugar con su mente y su cuerpo incluso a la distancia. No podía creer que le estuviera pasado todo eso el mismo día de llegar. Aitana: "Podría haber dormido mejor..." Iván: "Oh, ¿y eso por qué?" Sabía que estaba provocándola. Aitana cerró los ojos un segundo antes de responder mientras mordia su labio inferior. Aitana: "Creo que sabes por qué." La respuesta no tardó en llegar. Iván: "Me gusta que lo admitas. Pero aún no estás lista para lo que tengo planeado para ti." Aitana sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Qué quería decir con eso? ¿Hasta dónde pensaba llevarla? Antes de que pudiera seguir analizando sus palabras, su compañera de departamento, Laura, apareció en la puerta con una taza de café en la mano y una sonrisa de curiosidad. —Buenos días, pecadora. Aitana bufó y tomó la taza que su amiga le ofrecía. —Buenos días, exagerada. —Dime que pasó algo anoche —Laura se dejó caer en la cama junto a ella—. Porque llegaste con esa mirada de "acabo de conocer al hombre que me va a volver loca". Aitana se sonrojó, pero no podía ocultarlo. —Nos besamos… y fue increíble. Laura alzó una ceja. —¿Solo besos? —No fue cualquier beso —Aitana se llevó una mano al cuello, donde aún podía sentir la calidez de sus labios—. Fue como… si él supiera exactamente lo que estaba haciendo. Como si estuviera jugando conmigo. Laura la observó con diversión. —Cuidado con esos hombres, amiga. Los que saben jugar son los que más nos hacen perder la cabeza. Aitana sonrió, pero en el fondo, sabía que ya estaba perdida. Esa noche, cuando su teléfono volvió a vibrar con un mensaje de Iván, su corazón latió con fuerza. Iván: "Si quieres seguir jugando… nos vemos esta noche. En mi apartamento. A las nueve." No hubo preguntas. No hubo promesas. Solo una invitación cargada de posibilidades. Aitana, sonrojada y temblorosa, respiró hondo antes de responder. Aitana: "Nos vemos a las nueve." Y en ese momento, supo que estaba cruzando una línea de la que no habría vuelta atrás.El aire en la habitación se volvió más denso, cargado de una electricidad que vibraba entre ellos. Aitana sintió cómo cada fibra de su cuerpo respondía al roce de los labios de Iván sobre su piel, explorando con una mezcla de dulzura y hambre contenida. Su lengua dibujaba círculos perezosos sobre su pezón, sus labios atrapándolo con una suavidad exasperante antes de mordisquearlo con una intensidad que la hizo jadear. Su espalda se arqueó instintivamente, ofreciéndose más a él. —Me encanta cómo reaccionas a mi toque… —murmuró Iván, su voz baja y rasposa contra su piel. Aitana sintió cómo sus manos fuertes la recorrían, deslizándose por la curva de su cintura hasta aferrarse a sus muslos. Sus dedos rozaron el borde de su ropa interior, jugando con la tela, tentándola sin prisas. —Dímelo, princesa… ¿Quieres que siga? Su pecho subía y bajaba rápidamente, sus labios entreabiertos en un suspiro tembloroso. Su mente nublada por el deseo, por la necesidad que él despertaba en cada centí
Aitana salió de la ducha envuelta en una toalla, su cuerpo aún tembloroso por lo que había ocurrido con Iván la noche anterior. Pensó que sería solo una vez. Un juego. Pero la forma en que su piel aún ardía con su recuerdo le decía que esto no iba a detenerse tan fácilmente. Cuando revisó su teléfono, encontró un mensaje de él. Iván: "Esta noche. Ocho en punto. No llegues tarde." Era una orden, no una invitación. Aitana mordió su labio. Una parte de ella quería desafiarlo, no darle el control tan fácilmente. Pero la otra… la otra quería correr a él y perderse de nuevo en su mundo. Aitana: "¿Y si tengo otros planes?" La respuesta llegó en segundos. Iván: "Cancélalos." Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda. No porque le asustara, sino porque su cuerpo respondía a su dominio de una forma que nunca había experimentado antes. Cuando llegó a su apartamento esa noche, Iván ya la estaba esperando. La puerta apenas se cerró cuando él la acorraló contra la pared, su boca atr
Aitana sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo en la manera en que Bianca la había mirado, en la forma en que Iván había reaccionado…Sabía que algo no estaba bien.Y su intuición no fallaba.Aitana se acercó a la puerta entreabierta, conteniendo la respiración mientras escuchaba.—¿Qué demonios haces aquí, Bianca? —susurró Iván con enojo.—Sabes por qué estoy aquí, hermano —respondió ella con frialdad—. No puedes escapar de esto.Hubo un silencio tenso antes de que Bianca añadiera:—Papá está de vuelta… y te está buscando.El cuerpo de Aitana se paralizó.¿De qué demonios estaban hablando?Aitana se quedó paralizada detrás de la puerta, el corazón golpeándole el pecho."Papá está de vuelta… y te está buscando."¿Qué significaba eso?Nunca había escuchado a Iván mencionar a su familia. Y por la tensión en su rostro cuando Bianca apareció, estaba claro que esto no era una simple visita fraternal.Intentó escuchar más, pero la conversación se había convertido en murmullos y luego
Aitana se despertó con el cuerpo envuelto en la calidez de Iván. Sus brazos la rodeaban con una firmeza protectora, como si incluso en sueños temiera perderla.Pero la paz duró poco.Iván se removió, su respiración se volvió errática, y su agarre sobre ella se tensó.—No… —susurró en sueños, el ceño frunciéndose en una expresión de angustia.Aitana se incorporó ligeramente, acariciando su rostro con suavidad.—Iván… despierta.Él inhaló bruscamente y abrió los ojos de golpe, como si emergiera de una pesadilla. Por un segundo, su mirada estaba perdida, como si no reconociera dónde estaba.Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Aitana, su expresión cambió.—Lo siento —murmuró, pasando una mano por su rostro.—¿Pesadillas? —preguntó ella con suavidad.Él asintió, pero no dijo más.Aitana sabía que este no era el momento para presionarlo. En cambio, deslizó su mano por su pecho, su piel caliente bajo su tacto.—Estoy aquí —susurró.Iván la miró fijamente, y algo en su interior par
Llegaron a su auto, un deportivo negro que Iván encendió con rapidez. Apenas se alejaron del edificio, dos motos aparecieron en el retrovisor.—Mierda… —Iván apretó el volante—. Aguanta, princesa. Esto se va a poner interesante.Aitana apenas tuvo tiempo de sujetarse cuando Iván pisó el acelerador, el motor rugiendo mientras el coche se lanzaba por las calles de la ciudad.Las motos los seguían de cerca, moviéndose con precisión.—¿Quiénes son? —preguntó Aitana, su respiración agitada.—Hombres de mi padre —gruñó Iván—. Y no están aquí para charlar.El auto zigzagueó entre el tráfico, pero las motos no cedían. Uno de los hombres sacó algo de su chaqueta.Un arma.Aitana sintió un grito ahogarse en su garganta cuando el primer disparo impactó contra la carrocería.—¡Iván!—¡Lo sé! —respondió él, girando el volante con brusquedad para meterse en un callejón estrecho.Las motos los siguieron, pero Iván aprovechó la confusión para hacer un giro inesperado, llevándolos a una carretera secu
Aitana despertó con la sensación de calor recorriendo su piel. Abrió los ojos lentamente y encontró a Iván observándola.—¿Llevas mucho tiempo despierto? —preguntó con voz adormilada.—Lo suficiente para memorizar cómo te ves cuando duermes —respondió él con una sonrisa torcida.Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.—Ahora dime la verdad.Iván suspiró y se sentó en la cama, pasándose una mano por el cabello.—Te dije que mi padre no era un hombre común… pero eso no es suficiente.Aitana se incorporó, cubriéndose con la sábana.—Estoy escuchando.Él se quedó en silencio un momento antes de hablar.—Mi padre, Lorenzo Sokolov, es… un hombre peligroso. Controla negocios en la sombra, tráfico de información, lavado de dinero… y cuando alguien no le sirve, lo hace desaparecer.Aitana sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Y tú?Iván la miró.—Yo era su heredero. El que debía continuar con su imperio.—¿Y qué pasó?—Descubrí lo que realmente era. Vi cosas que nadie debería
El sonido del motor rugía mientras Iván conducía a toda velocidad por la carretera solitaria. La noche era espesa, las luces de la ciudad quedaban atrás y la adrenalina aún recorría el cuerpo de Aitana.—¿A dónde vamos? —preguntó, intentando calmar su respiración.—A un lugar seguro.Iván no apartaba la mirada de la carretera, su mandíbula tensa, sus nudillos blancos sobre el volante.Aitana quería creerle. Pero después de lo que acababa de pasar, se preguntó si algún lugar era realmente seguro.---Llegaron a un viejo edificio industrial en las afueras. Iván apagó el motor y se giró hacia ella.—Escúchame bien, Aitana. A partir de ahora, no confíes en nadie más que en mí.Ella asintió, sintiendo un escalofrío en la nuca.Entraron al edificio y bajaron por una escalera oculta hasta un sótano amplio con equipos de computación, mapas y armas en una mesa.Aitana tragó saliva.—¿Qué es este lugar?—Mi refugio. Aquí planeé mi salida del negocio de mi padre.Antes de que pudiera hacer más p
El frío del cañón del arma contra su piel hizo que un escalofrío le recorriera la espalda. Aitana contuvo la respiración, pero no permitió que el miedo se reflejara en su rostro. Sabía que cualquier indicio de debilidad podía sellar su destino.Piensa, Aitana. Piensa.Forzó una sonrisa, como si el arma no fuera más que un accesorio en la escena.—¿Siempre apuntas a las mujeres cuando te gustan? —murmuró, deslizando sus dedos sobre el dorso de su mano con lentitud.Sokolov arqueó una ceja. No retiró el arma, pero tampoco disparó.—No soy estúpido, muñeca. Dime quién eres o esta conversación termina aquí.Aitana inclinó la cabeza y dejó que sus labios se curvaran en una sonrisa traviesa.—Soy una mujer que sabe lo que quiere… y que no le gustan los hombres aburridos.Sokolov observó su expresión, midiendo sus palabras.—¿Ah, sí? —murmuró, acercándose un poco más, el arma aún entre ellos—. ¿Y qué es lo que quieres?Ella fingió pensar, inclinándose ligeramente hacia él, dejando que su per