Capítulo 8. Buscando lo que no puedes darme

-Eso estuvo bien Ámbar. Sabía que eras una buena elección.

-Parece que las clases de danza y teatro tuvieron más provecho del que creía. Pensar que mi madre decía que era una pérdida de tiempo.

Ambos se sonrieron. Había quedado cierta tensión sexual, así que el humor ayudó a disiparla.

-Bien, ¿qué asunto privado debíamos tratar?

-Tengo el contrato armado por el abogado, para que firmes. Allí especifica todo lo que acordamos, además de una cuenta en la que se te depositará un sueldo mensual por cada mes que finjas ser mi novia.

-¿Fue muy difícil trasladar a mamá?

-En lo absoluto, pero preguntó mucho por ti. Yo hoy trabajo en casa porque es sábado, pero tu chofer, Mario, puede llevarte a verla a la hora que desees. Aquí está el contrato.

Marco puso los papeles sobre la mesa.

Ella los firmó sin leer.

-¿Por qué no lo leíste?.

-Porque confío en tí.

-No deberías.

-¿Ah no? ¿Y eso por qué?

-Porque no deberías confiar en nadie. Ya deberías saber cómo funciona el mundo.

-Créeme, lo sé. Pero
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