Capítulo 12. Demasiada tentación
Marco se puso de pie a espaldas se ella, sujetándola de la cintura para esconder la creciente erección que Ámbar le había provocado inconscientemente y que, por lo visto, él no era capaz de reprimir, y ambos se despidieron de la familia, con algunos apretones de mano y saludos incómodos.
La había tratado de evitar todo el día, pero parecía haber sido peor.
Cuando todos se fueron, Marco la tomó de los hombros, forzándola a darse vuelta, y la miró con sus profundos ojos de ave rapaz.
Ella sintió que se la podría comer de un bocado, y eso es precisamente lo que él pensaba. Se le alojaban las piernas con sólo sentir el poder de esa mirada.
La volvió a besar, muy profundamente, lento, explorándola con la lengua mientras sus manos acariciaban su suave espalda descubierta, haciendo que a ella se le escapara un gemido. Él gruñó guturamente como respuesta. Ámbar estaba como en un trance, incapaz de detenerlo, enceguecida con las nuevas sensaciones que invadían su cuerpo y lo volvían una masa