Sacudo la cabeza rehusándome ante la idea de que otros tipos me hagan hacer cosas asquerosas, y más aún... de aceptar esa posibilidad. Pero entonces recuerdo la duda que ronda mi cabeza y le detengo antes de que toque con los nudillos de la mano la fría puerta y se marche.
—La chica de hace un momento... ¿por qué fuiste amable?
—No sé de qué hablas —tenía una sombra de duda en su voz y fui consciente de ello.
—Si lo sabes.
Mi corazón comienza a bombear a toda velocidad y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
—No soporto que golpeen a una mujer, yo... estoy asqueado de todo esto pero pronto acabará... yo...
—¿Tu, qué? —doy un p