C181: No olvides cuál es tu trabajo.
Reinhardt se congeló. Por primera vez en todo ese intercambio, pareció notar que había cruzado un umbral. Que había ido demasiado lejos.
Se irguió lentamente, alejando su cuerpo del de ella y dejó de acorralarla contra la pared. Jordan seguía pegada al cemento, con los ojos cristalizados, aterrados, y la respiración temblorosa.
Reinhardt se pasó una mano por la nuca, como si intentara deshacerse del veneno que le había salido por la boca.
—Pensaré en cuál será tu castigo —dijo con un tono seco, áspero, pero no tan monstruoso como el de antes—. Sin embargo, mientras tanto, seguirás trabajando como el pianista de este lugar. No hay descanso para ti. Seguirás cumpliendo tus labores. Limpiarás y organizarás las cajas de licor. Además, las reglas no han cambiado. No puedes poner un pie fuera del cabaret sin mi autorización. Harás todo eso sin resistirte, en lo que pienso en qué hacer contigo.
Reinhardt se dio vuelta y salió de la habitación, dejándola allí, pegada a la pared.
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Jordan