—No… no se trata de un asesinato —murmuró Jordan, como si cada palabra se abriera paso entre escombros de miedo—. Pero… sí borré todo rastro… de una mujer.Reinhardt se apartó un poco, no con violencia, sino con ese gesto leve y peligroso que suele preceder a una tormenta.Reinhardt no parecía horrorizado. Más bien, lo que se dibujaba en su rostro era otra cosa: confusión… y una sombra de celos. Como si la mención de una mujer fuera una amenaza.—¿Una mujer? —preguntó Reinhardt, con la mandíbula ligeramente tensa—. ¿De qué se trata? ¿Un crimen pasional? ¿Entonces… no eres del todo gay?La pregunta cayó como un balde de agua helada y Jordan se llevó una mano a la frente, frotándose las sienes. Era increíble que el chico pudiera enfrentarse a hombres armados, a persecuciones, a una vida escondido… y que, sin embargo, no pudiera pronunciar dos palabras. Solo dos."Soy mujer"Dos palabras que lo habían definido en secreto durante varios meses, y que ahora pesaban como si arrastraran el mu
Reinhardt fue el primero en notar algo extraño. Escuchó el crujido tenue de la madera al ser comprimida. Una pisada... luego otra. Lentas, avanzando hacia la entrada de la casa como si el destino mismo viniera a cobrarse una deuda.Jordan, aún sacudido por la conversación que no había podido terminar, no lo notó al principio, pero pronto escuchó también ese sonido. Por lo tanto, ambos se quedaron inmóviles.Reinhardt giró la cabeza hacia la puerta justo cuando la manija comenzó a moverse con lentitud. Y entonces ocurrió: la manija giró del todo y la puerta se abrió, lentamente, con un quejido largo y grave. No hubo forma de ocultarse, no hubo manera de evadir la mirada de la figura que se presentó en el umbral.Allí, de pie, como una sombra salida de una pesadilla, se encontraba Zaid. Su cuerpo seguía mostrando los rastros de un daño brutal, secuelas evidentes del atropello que Reinhardt le había causado. Aunque sus heridas no habían sanado del todo, había algo peor en él: su presenci
Reinhardt incrustó su mirada en Zaid con una intensidad helada, sus ojos no mostraban ni una chispa de emoción, pero había algo en su expresión que dejaba claro que no permitiría que nadie, y mucho menos él, tuviera el dominio sobre su persona. No se trataba solo de su físico o de su habilidad, era la fuerza de su voluntad que se reflejaba en cada movimiento. Aunque en su interior sabía que la situación era peligrosa, nunca daría la más mínima muestra de vulnerabilidad. Estaba acostumbrado a ser el depredador, no la presa, y esta vez no sería la excepción. No importaba si Zaid tenía una ventaja, Reinhardt jamás se rebajaría a reconocérselo.—Zaid —pronunció él—. Parece que olvidaste la advertencia que te di la última vez. Te dije que este campesino es mío, que me pertenece. Entonces, ¿por qué sigues persiguiéndolo? ¿Es que acaso estás buscando que te mate? En la última ocasión, tuviste suerte de que te haya dejado con vida, pero estoy cansado y harto de tu existencia, deja de provocar
Zaid, no obstante, procuró no dejarse intimidar. Darse vuelta y solo irse dejándolos allí sería aceptar la derrota ante Reinhardt, una más de tantas. Además, no era propio de su personalidad solo retirarse sin dar batalla. Estaba harto de sentirse inferior, de siempre perder contra él. Zaid fue el primero en haber encontrado a Jordan -es decir, a Isabella-, y con esa lógica, creía que el chico debía ser suyo, pues quien lo encuentra primero se lo queda. Sin embargo, para Reinhardt no funcionaban esas tontas reglas.De pronto, en su rostro apareció una sonrisa.—Este... chico y yo estamos más unidos que nunca, Reinhardt. Aunque tú te creas que esta cercanía que compartes con él es inquebrantable, te aseguro que no es así. Lo que nosotros tenemos, lo que nos une, es mucho más profundo. Un secreto que compartimos... y del cual tú no tienes idea.La mirada de Jordan se endureció y una chispa de comprensión cruzó sus ojos. Él no se estaba refiriendo a la muerte de su familia, al sufrimient
Zaid, sin amedrentarse, lo desafió con una sonrisa burlona.—Entonces pelea. Si quieres quedarte con él, pelea, Reinhardt.Reinhardt no dudó ni un segundo antes de responder.—En todas las batallas que hemos tenido, tú siempre has perdido. ¿Acaso me estás rogando que te mate? ¿Es eso lo que quieres? Incluso fuiste a mi territorio, desafiando mi autoridad y tratando de quitarme lo que me pertenece, de adueñarte de lo que es mío. ¿Quién te has creído?La sonrisa de Zaid se amplió, pero sus ojos brillaron con cierta rabia.—No voy a permitir que me mires por encima del hombro —declaró.—Yo estoy muy por encima de ti en muchos sentidos, no hace falta decirlo —señaló.—En la jerarquía de la mafia tal vez, pero soy igual de peligroso que tú, o tal vez más.—No me pongas al mismo nivel que tú, ¿cómo te atreves? Qué descarado eres —siseó.Zaid frunció los labios, incapaz de mantener su sonrisa.—Deja de subestimarme, Reinhardt. Y saca tu arma.—¿Me estás pidiendo a gritos que te asesine? —pre
Al llegar nuevamente al salón, Jordan se fijó en la escena frente a él, viendo que Reinhardt seguía en una confrontación directa con Zaid. De pronto, Reinhardt golpeó a Zaid con un puñetazo certero, enviándolo al suelo. Zaid, respirando pesadamente, estaba en el piso, pero su rabia no había desaparecido. Con un movimiento ágil y rápido, sostuvo su arma y apuntó hacia Reinhardt.Zaid estaba a punto de disparar, pero entonces, el instinto de Jordan tomó el control. Con la escopeta en sus manos, no lo pensó ni un segundo. Levantó el cañón del arma, apuntó hacia Zaid y apretó el gatillo. El disparo resonó como un trueno dentro de aquel lugar y el sonido se amplificó en las paredes como si toda la casa temiera lo que acababa de suceder. La bala voló con una precisión mortal y alcanzó la mano de Zaid.El impacto fue devastador. La mano de Zaid, que antes sujetaba el arma con furia, fue literalmente destrozada. Los fragmentos de hueso, carne y sangre volaron por todos lados. La visión de su
Jordan y Reinhardt cabalgaban a toda velocidad, en lo que el caballo volaba sobre el terreno sin detenerse, sin mostrar ni una pizca de cansancio. Jordan, con la mirada al frente -pues era quien tenía las riendas del animal-, sentía la vibración del movimiento a través de su cuerpo. Estaba completamente concentrado en mantener el ritmo, en seguir cabalgando más rápido, tratando de ganar distancia entre ellos y los hombres de Zaid que habían empezado a perseguirlos.El coche que transportaba a Zaid y a sus hombres no se detenía, parecían no tener ninguna intención de rendirse. Cada vez que Jordan miraba hacia atrás, veía al vehículo acercándose, pero los pastizales, altos y espesos, ofrecían una ventaja. Aunque el coche podía verlos brevemente cuando cruzaban de un lado a otro, los terrenos difíciles hacían que la persecución fuera más difícil. El coche luchaba por mantenerse en el camino estrecho mientras Jordan y Reinhardt se adentraban con audacia en la maleza, alejándose de las rut
La caída había sido brutal. Jordan, luchando por recobrar el control de su cuerpo adolorido, se arrastró hacia Reinhardt, que yacía medio inconsciente sobre la tierra. Cada movimiento era un dolor agudo y cada respiración un recordatorio de la fuerza con la que habían golpeado el suelo. Con manos temblorosas, Jordan sacudió a Reinhardt, casi como si lo estuviera implorando,—¡Reinhardt, por favor, despierta! ¡No podemos quedarnos aquí! —articuló.Reinhardt, con los ojos entreabiertos, apenas pudo articular una palabra, pero la mirada de comprensión se reflejó en sus ojos cuando sintió la presión de las manos de Jordan. Sin perder más tiempo, se incorporó con dificultad.Por otro lado, el coche de Zaid frenó violentamente en dirección a ellos. El peligro estaba cerca, mucho más cerca de lo que Jordan había imaginado. El sudor frío le recorrió la frente y la pesadez en su pecho era casi insoportable, pero la necesidad de huir era más fuerte.—¡Vamos, vamos! —soltó Jordan, agachándose pa